Un año en Reno

En este diario iremos compartiendo algunas de las experiencias -espero que la mayoría de ellas agradables- durante los diez meses de estancia, día más día menos, como William A. Douglass Distinguished Scholar en el Center for Basque Studies de la Universidad de Nevada, Reno.

martes, 9 de noviembre de 2010

Morcilla Day

Ya me imagino que habrán sido muchos los que, una vez leído el dilema planteado en la entrada anterior, han acertado la respuesta. Tras dos meses en Estados Unidos, la posibilidad de poderse dar una panzada a auténticas morcillas al estilo vasco era algo lo suficientemente atractivo como para pegarse la paliza de casi setecientos kilómetros ida, y otros tantos de vuelta, en apenas cuatro días, y con amenaza de nieve y frío en la ruta.



Efectivamente, el sábado pasado el centro vasco de Boise, el Euskaldunak Inc. (que aparece en la foto anterior), albergó en sus instalaciones una degustación masiva de ese delicioso producto, que en Inglaterra llamaban gráficamente "blood sausage", y que los americanos, por aquello de la discreción y el buen gusto (social que no culinario) prefieren denominar "brown sausage". Morcillas de toda la vida, hechas de puerro y sangre según el estilo del otro lado del Atlántico, servidas en cantidades pantagruélicas acompañadas de vino de Navarra (o de Coca cola, según los gustos y/o el estómago), ensalada, pollo asado, croquetas, garbanzos con callos y, de remate, pumpkin cake con nata. Así a bote pronto, y teniendo en cuenta que era al estilo all-you-can-eat, la ración mínima que se metían los comensales entre pecho y espalda triplicaba, como poco, el límite diario de calorías para una persona adulta. Eso, sin contar que los niveles de colesterol estarían disparados. Pero, ¿quién piensa en la salud a la vista de uno de los manjares más excelsos del universo gastronómico vasco?
Así que nos preparamos. Pasamos toda la mañana de visita al centro histórico de Boise. Fundamentalmente, al Basque Block, que es esa parte de la ciudad, en Grove St. junto a Capitol Bv., donde se concentra visualmente la presencia de los vascos, que son una de las comunidades más potentes y más activas de Idaho. En apenas unos metros, decorados con ikurriñas, reproducciones de canciones vascas, se concentran: el centro vasco, un antiguo hotel vasco abierto a las visitas del público, el Basque Museum, el bar Gernika y sus afamados bocadillos de chorizo y solomo, el Basque Market -tienda de productos vascos, tales como las sardinas Rianxeira, el Cola-Cao o la colonia Nenuco-, un vástago del árbol de Gernika, y el restaurante y hotel Leku Ona, donde varios de mis alumnos han estado y del que conservan excelentes recuerdos, aunque por diferentes motivos en cada caso.
Pongo sólo unas fotos para que nos hagamos idea del lugar. Comienzo por el Leku Ona:


Sigo con el famoso "mural vasco" que decora la trasera del Bar Gernika y el Basque Museum (mi coche debajo, como prueba de que lo que cuento no es mentira):



Y acabo con el roble de Gernika-Boise delante de la Uberuaga Boarding House, antiguo hotel vasco que es además el edificio más antiguo de la ciudad:


La cena se hizo en horario americano. Eso quiere decir que comenzaban a servir a las 17:30 y siguieron dando raciones hasta las 18:45. No es mala idea, la verdad, porque la morcilla es un plato que repite mucho, y de haber seguido los estándares horarios vascos, habría sido una noche de perros. Con este sistema, la cena fue realmente un lunch tardío-merienda bien provisto, que nos permitió disfrutar seguidamente de las horas nocturnas en una ciudad que, por el ambiente que tiene, recuerda más a lo que conocemos en Europa que a una ciudad americana estándar como Reno.




Como podéis ver,  el ambiente era typical Basque según se estila aquí; mesas corridas y un servicio muy básico, con abundancia de alimento y la posibilidad de servirse tantas raciones como uno quisiera.
La fiesta continuó después, muy animada, gracias a que en las zonas contiguas al Basque Block se concentran todos los lugares con música y baile. Eso sí, para cumplir la tradición, comenzamos la ronda tomando unas cervezas en el Bar Gernika, para estar como en casa.



Allí conocimos a tres boisetarras (¿se dice así?) y su cuadrilla. Se llamaban (y se seguirán llamando, claro está) Megan, Alissa y Katey. Megan es de una familia vasca, y ella con sus amigas son... bomberos forestales. Se pasan siete meses al año perdidos en las montañas del norte de Nevada en un retén apagafuegos, a decenas de millas del lugar habitado más cercano. Es decir, en la misma soledad que los pastores vascos de antaño.

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